| Iluminada madrugada
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| Luces del horizonte
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| Donde aprendimos del amor
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| Juntos en un mirador
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| Recuerda bien el sitio donde tú creciste
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| Porque ahora esa ciudad ya no existe
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| Ahora tu vista me arrastra
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| Me agarra, me amarra y me castra
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| Y este maldito verano
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| Que me tiene dolidas las manos
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| En mi cama sudando por ti
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| Yo no pienso vivir
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| Pues son los mismos engaños
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| Que ahora se detectar con los años
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| Y la dura lección que aprendí
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| Es que no espero más por ti
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| Nos despertamos en la playa
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| Entre Videana y Nirvana
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| La noche en que te di el reloj
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| Uno nueve nueve dos
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| Recuerdo que la arena no era tan oscura
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| Ni que tu voluntad no era tan dura
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| Ahora tus ojos perforan
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| Confunden, me hunden, me ignoran
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| Y este maldito verano
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| Que me tiene dolidas las manos
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| En mi cama sudando por ti
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| Yo no pienso vivir
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| Pues son los mismos engaños
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| Que ahora se detectar con los años
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| Y la dura lección que aprendí
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| Es que no espero más por ti
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| No sé porque te veo en sueños
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| En blanco y negro, como los perros
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| Ni porque despierto temblando
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| Si es el medio del verano |
| Que me tiene dolidas las manos
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| En mi cama sudando por ti
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| Yo no pienso vivir
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| Pues son los mismos engaños
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| Que ahora se detectar con los años
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| Y la dura lección que aprendí
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| Es que no espero más por ti |