| Mi casa era un abrazo con aromas
|
| Afuera el mar oleaba en adoquines
|
| Por suerte habia chapas que, en la siesta
|
| Hacian que llover o fuera triste…
|
| Y hablo de mi casa, nunca nuestra
|
| Mudándonos de barrio, sin opciones
|
| A la hora de movernos, ¡ qué increíble
|
| Imaginar un mundo en los camiones…
|
| La casa, ningún living, de una pieza
|
| De los despertadores tan temidos
|
| Soñando que, tal vez, quizá no suene
|
| Para ir a mi otra escuela de bandidos…
|
| Jamás podré elogiar mi pobreza
|
| Tan sólo es el cristal de mi pasado
|
| Que suena, como copa, en esta noche
|
| Y abraza con su vino destapado…
|
| Mi hermano heredándome la pilcha
|
| Aquella que vistió también a un primo
|
| Así que fue que aprendimos el secreto
|
| De compartir los parches y el camino…
|
| El carnaval y el tango fueron cuna
|
| Mi vieja me cantó «Duerme, negrito»
|
| Y en mi segundo hogar, el Gallinero
|
| Mi viejo me soñó como Angelito…
|
| (Estribillo)
|
| Jamás podré elogiar a mi pobreza
|
| Tan sólo es el cristal de mi pasado
|
| Que suena, como copa, en esta noche
|
| Y abraza con su vino destapado… |